domingo, 24 de marzo de 2013

La fotografía que no hice. (Más de una)

No es la primera vez que alguien  me dice: "Para ser fotógrafa haces muy pocas fotos". Yo, dependiendo de la persona y el día, le contesto que realmente no soy fotógrafa, que mi cámara pesa demasiado, que el día no me inspira y por la noche no hay luz suficiente, que las fotos en mi mente siempre son más bonitas, que no tengo batería, o la tarjeta llena, o que estoy cansada y punto.
Lo cierto es que me jode mucho (con perdón) que me digan eso, probablemente porque sé que es verdad y aun así nunca me termino de creer lo que respondo, puede que sea un conjunto de todo o de nada.

Ciertamente he reflexionado bastante sobre ésto últimamente, y estoy intentando poner pequeñas soluciones, porque la vaguedad y la falta de disciplina es algo que yo elijo si puede o no formar parte de mi, y tras mucho tiempo conviviendo con ellas ha llegado el momento de cambiar de compañeras, que empiezo a sufrir la falta de espacio.


Más de una.

La última fotografía que recuerdo que no hice fue hace un par de semanas. Era media tarde cuando ella llamó al telefonillo de mi piso, aun no sabía quien era, pero esperé en mi cuarto a que alguien entrara. Cuando se abrió la puerta y miré hacia ella me encontré con un cuerpo suspendido en el aire que apenas podía mantener el equilibrio sobre unas piernas que se tambaleaban. Se dejó caer sobre el colchón que tengo en el suelo, como si hubiera recibido un disparo en ese mismo momento, y se quedó allí unos minutos, inmóvil, con los ojos rojos y muy abiertos, las mejillas brillantes y los labios secos. Estaba atardeciendo y, en uno de esos días que parecen de otoño pero son de primavera, el cielo estaba más magenta que cian, entrando por la ventana una luz tan débil y rosada que parecía artificial.

Pero hay situaciones complicadas que, por muy fotografiables que sean, no se dejan fotografiar. En ese momento pensé en todos esos fotógrafos de guerra que fotografían a toda esa gente muriéndose, pero claro, es algo diferente. Ni ella se estaba muriendo, ni los moribundos de las fotografías de guerra son amigos del fotógrafo, ni madres, ni hermanos, ni tan siquiera vecinos.

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